Feb. 2, 2025 – An inspiring story of Faith in Japan

On Feb. 6, we celebrate the Feast of Saint Paul Miki and Companions.  In the late 1500s the Catholic Faith in Nagasaki, Japan, had grown to as many as 300,000 Catholics.  However, Japan rulers tried to destroy the Catholic Church in Japan seeing it as a threat to their power.  Saint Paul Miki and 25 other leaders of the Catholic faith were publicly executed through crucifixion. Persecution continued and by 1630 it seemed the Catholic Church of Japan was completely destroyed.   250 years later, when Catholic missionaries returned to Japan, they were surprised to find that the faith had not been destroyed, but a faithful remnant had secretly preserved and passed on the Catholic faith for all those years!

The Catholic faith continued to grow again and Nagasaki became the heart of Catholic Christianity in Japan.  Some even began to call it the “Rome of Japan.”

In 1931 the Franciscan priest Saint Maximillian Kolbe traveled to Nagasaki and built a monastery there, to continue to help built up the faith there.  On August 9, 1945, when the atomic bomb dropped on Nagasaki, Kolbe’s Franciscan monastery seemingly miraculously survived the bomb, as the mountain next to it shielded it from the main force of the blast.

The Franciscan friars then served an important role of ministering to both the physical and spiritual needs of all the survivors after the atomic blast.

It seemed that Maximilian Kolbe was acting on Divine inspiration when he was deciding where to place the monastery.

For the survivors of the atomic bomb, there were many questions: Why did Nagasaki and its tiny Christian community have to endure the bomb? Was there meaning in all that pain?  One person who asked these questions was a Nagasaki doctor Takashi Nagai.  As a leader in the local Catholic community, he was asked to speak at a special Mass for those killed in the atomic bomb. What he said was astonishing:

“I believe…God’s providence chose [Nagasaki]…Is there not a profound relationship between the annihilation of Nagasaki and the end of the war? Was not Nagasaki the chosen victim, the lamb without blemish, slain as a whole-burnt offering on an altar of sacrifice, atoning for the sins of all the nations during World War II?  Only this holocaust in Nagasaki sufficed and at that moment God inspired the Emperor to issue the sacred proclamation that ended the war. The Christian flock of Nagasaki was true to the faith through three centuries of persecution. During the recent war it prayed ceaselessly for a lasting peace. Here was the one pure lamb that had to be sacrificed as a holocaust on His altar … so that many millions of lives might be saved.”  Nagai spent the rest of his life reflecting on the notion of redemptive suffering which is at the heart of Christian life.

Japanese Archbishop Mitsuaki Takami (Archbishop from 2003 – 2021) said, “Our Christian ancestors were oppressed and monitored, and then suffered from the atomic attack. This all made me think, ‘What is it supposed to mean?’ Perhaps the followers in Nagasaki have been given a mission to convey peace.”

Peace,

-Fr. Kevin

2 de febrero, 2025 – Una Historia Inspiradora de Fe en Japón

El 6 de febrero, celebraremos la Fiesta de San Pablo Miki y Compañeros. A finales del siglo XVI, la fe católica en Nagasaki, Japón, había crecido hasta 300.000 católicos. Sin embargo, gobernantes de Japón intentaron destruir la Iglesia Católica y la fe en Japón ya que la veían como una amenaza a su poder. San Pablo Miki y 25 otros líderes de la fe Católica fueron crucificados públicamente. La persecución continuó, y para 1630 se creía que la Iglesia Católica en Japón estaba completamente destruida.

Doscientos cincuenta años después, cuando misioneros Católicos volvieron a Japón, se sorprendieron al encontrar que la fe no se había destruido, sino que ¡un resto de fieles habían preservado y pasado secretamente la fe católica durante todos esos años!

La fe católica continuó creciendo nuevamente y Nagasaki se convirtió en el corazón del Cristianismo Católico en Japón. Algunos, incluso comenzaron a llamarla “la Roma de Japón”.

En 1931 el sacerdote franciscano San Maximiliano Kolbe viajó a Nagasaki y construyó allí un monasterio para continuar edificando la fe. El 9 de agosto de 1945, cuando la bomba atómica cayó sobre Nagasaki, el monasterio franciscano de Kolbe aparentemente sobrevivió milagrosamente a la bomba, ya que una montaña lo protegió de la fuerza central de la explosión. Los frailes franciscanos, entonces, desempeñaron un papel importante al atender las necesidades físicas y espirituales de todos los sobrevivientes de la explosión atómica.  Parecía que Maximiliano Kolbe había actuado por inspiración Divina al decidir dónde instalar el monasterio.

Para los sobrevivientes de la bomba atómica quedaban muchas preguntas: ¿Por qué Nagasaki y su pequeña comunidad cristiana tuvieron que soportar la bomba? ¿Había significado en todo ese dolor? Una persona que hizo estas preguntas fue un médico de Nagasaki, Takashi Nagai. Como líder de la comunidad católica local, se le pidió que hablara en una misa especial por los muertos en la bomba atómica. Lo que dijo que asombroso:

“Creo … que la providencia de Dios escogió [a Nagasaki] … ¿No hay acaso una profunda relación entre la aniquilación de Nagasaki y el fin de la guerra? ¿No fue Nagasaki la victima escogida, el cordero sin mancha muerto como una ofrenda quemada en un altar de sacrificio, expiada por los pecados de todas las naciones durante la Segunda Guerra Mundial? Sólo bastó este holocausto en Nagasaki; y en ese momento, Dios inspiró al Emperador a emitir la sagrada proclama que puso fin a la guerra. El rebaño cristiano de Nagasaki fue fiel a la fe durante tres siglos de persecución. Durante la guerra reciente oró sin cesar por una paz duradera. Allí estaba el único cordero puro que tenía que ser sacrificado como holocausto en Su altar … para que miles de millones de vidas se salvaran”.  Nagai pasó el resto de su vida reflexionando sobre la noción del sufrimiento redentor, que está en el corazón de la vida cristiana.

El Arzobispo Japonés Mitsuaki Takami (Arzobispo desde 2003–2021) dijo, “Nuestros antepasados cristianos fueron oprimidos y vigilados, y luego sufrieron el ataque atómico. Todo esto me hizo pensar, ‘¿Qué significa eso?’ Quizá a los seguidores en Nagasaki se les ha entregado la misión de transmitir paz”.

Paz,

– Fr. Kevin

 

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